Se me hace de lo más bajo cuando un bloguero agarra cualquier cosita mala que le haya sucedido como pretexto para hacer un post chillón.
Pero no siempre se puede evitar recurrir a los efectos terapéuticos de la quejumbre online... menos, cuando uno cae en las viciosas manos de la mediocridad del servicio bancario de nuestra adorada patria. Menos, cuando todos los funcionarios (¿empleados?) con los que me tocó lidiar fueron tan inútiles que, descubrir lo que tenía que hacer para mandarlos "a volar", fue más difícil que descubrir qué-le-pasó a Haley Joel Osment o por qué hay gente que sostiene que el hombre nunca llegó a la luna.
Jódete, Bancomer. Si de mí dependiera, guardaría toda mi lana en un calcetín bajo el colchón.
Pero no siempre se puede evitar recurrir a los efectos terapéuticos de la quejumbre online... menos, cuando uno cae en las viciosas manos de la mediocridad del servicio bancario de nuestra adorada patria. Menos, cuando todos los funcionarios (¿empleados?) con los que me tocó lidiar fueron tan inútiles que, descubrir lo que tenía que hacer para mandarlos "a volar", fue más difícil que descubrir qué-le-pasó a Haley Joel Osment o por qué hay gente que sostiene que el hombre nunca llegó a la luna.
Jódete, Bancomer. Si de mí dependiera, guardaría toda mi lana en un calcetín bajo el colchón.